La Inactividad Física y el Cáncer: Un Factor de Riesgo Importante que No Debemos Ignorar
La inactividad física ha sido identificada como un factor de riesgo significativo para el desarrollo de 13 tipos de cáncer, incluidos el cáncer de mama, colon, riñón, endometrio, pulmón, próstata, ovario, vejiga, esófago, estómago, hematológico, cabeza y cuello, y páncreas (Dubińska et al., 2024). Los estudios indican que las personas con niveles más altos de actividad física experimentan una reducción del riesgo del 8% al 25% en comparación con aquellos con niveles de actividad más bajos, con las disminuciones más notables en los casos de cáncer de mama y colon cuando la actividad física comienza a una edad temprana (Yang et al., 2024).
Además, el papel de la actividad física en la reducción del riesgo de recurrencia del cáncer y en la mejora de las tasas de supervivencia es innegable. En ciertos tipos de cáncer, se ha demostrado que ser más físicamente activo es beneficioso. Un estudio reciente reveló que el ejercicio después de un diagnóstico de cáncer podría aumentar la suobrevivencia en un 50% a 60%, con la evidencia más sólida en los casos de cáncer de mama y colon (Dar et al., 2023).
Cómo el Ejercicio Combate los Efectos Adversos del Tratamiento
Los tratamientos contra el cáncer a menudo tienen efectos adversos en la aptitud cardiorrespiratoria, la densidad ósea y la masa muscular, lo que lleva a un envejecimiento acelerado, condiciones de salud adicionales y un mayor riesgo de muerte prematura. Sin embargo, se ha demostrado que el ejercicio regular puede mitigar estos efectos negativos. Por ejemplo, los niveles más altos de actividad física se han relacionado con una reducción del 42% en el riesgo de mortalidad por cualquier causa entre los sobrevivientes de cáncer (Dubińska et al., 2024).
Mejorando el Efecto de los Tratamientos y el Papel Activo del Paciente
La actividad física no solo mejora la efectividad de los tratamientos contra el cáncer, sino que también ayuda a los pacientes a sentirse más seguros en su papel activo dentro de su tratamiento. Por ejemplo, el ejercicio puede ayudar a normalizar la estructura de los vasos sanguíneos dentro de los tumores y aumentar el suministro de oxígeno al microambiente tumoral, lo que mejora la eficacia de la radioterapia al contrarrestar las condiciones hipóxicas que fomentan el crecimiento tumoral (Zhu et al., 2022). Para los pacientes que reciben quimioterapia e inmunoterapia, donde la entrega del medicamento depende de los vasos sanguíneos, las mejoras en el flujo sanguíneo inducidas por el ejercicio pueden promover la angiogénesis (nacimiento de nuevas arterias), mejorando la oxigenacio y la efectividad del tratamiento (Zhu et al., 2022).
Consideraciones para el Ejercicio en Pacientes con Cáncer
A pesar de todos estos beneficios, todavía existe poca evidencia sobre el impacto del ejercicio en las tasas de finalización de la quimioterapia. Según Deminice (2022), aunque el ejercicio no parece mejorar significativamente la tolerancia al tratamiento, se necesita más investigación para llegar a conclusiones definitivas. En pacientes preoperatorios, aquellos con una mejor aptitud cardiorrespiratoria suelen tener mejores resultados postoperatorios y una recuperación más rápida (Zhu et al., 2022).
Recomendaciones de Actividad Física para Pacientes y Sobrevivientes de Cáncer
La Sociedad Americana del Cáncer y el Colegio Americano de Medicina Deportiva recomiendan que los pacientes y sobrevivientes de cáncer realicen al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado o 75 minutos de actividad vigorosa por semana, junto con actividades de fortalecimiento muscular al menos dos días a la semana. Sin embargo, el programa de ejercicio más efectivo es aquel que el paciente pueda tolerar y mantener de manera constante. Una programación individualizada puede ser más adecuada, ya que la adherencia a los programas de ejercicio suele ser más importante que la intensidad del ejercicio (Deminice, 2022).
Superando las Barreras para la Actividad Física en Sobrevivientes de Cáncer
Las conductas sedentarias en los sobrevivientes de cáncer están asociadas con un mayor riesgo de recurrencia del cáncer y comorbilidades relacionadas. Un estilo de vida sedentario puede afectar negativamente la composición corporal, aumentar la inflamación y debilitar el sistema inmunológico, factores que están vinculados al desarrollo del cáncer y otras enfermedades (McTiernan, 2008). Las terapias contra el cáncer a menudo reducen la capacidad de ejercicio, lo que lleva a un descondicionamiento físico y una disminución de la aptitud cardiorrespiratoria (Squires et al., 2018). Por eso, es esencial promover la actividad física como un componente estándar del cuidado de la supervivencia del cáncer para mejorar los resultados a largo plazo.
Enfrentando los Miedos y la Falta de Profesionales Especializados
Los miedos comunes, como el riesgo de lesiones y la falta de profesionales del ejercicio con conocimientos especializados en los efectos relacionados con el cáncer, dificultan la prescripción de ejercicio seguro y adaptado a las necesidades únicas de estos individuos. A pesar de estas barreras, la actividad física ha demostrado ser efectiva para manejar y reducir varios efectos secundarios relacionados con el tratamiento, mejorando tanto los resultados físicos como psicosociales, incluidos la reducción de la fatiga, el alivio del dolor, la mejora de la calidad del sueño y la calidad de vida general (Dar et al., 2023).
Conclusión
La evidencia respalda firmemente el papel del ejercicio físico no solo como una medida preventiva, sino también como una herramienta esencial para mejorar la calidad de vida y los resultados de los tratamientos en pacientes y sobrevivientes de cáncer. La promoción de la actividad física debe ser parte integral del tratamiento y la recuperación, ofreciendo un camino hacia una vida más saludable y resiliente.
Estrategias Prácticas para Mantenerse Activo
Incorporar la actividad física en la vida diaria puede ser un desafío, especialmente durante y después del tratamiento contra el cáncer. Sin embargo, incluso pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia en la salud y el bienestar. A continuación, presentamos algunas estrategias prácticas para mantenerse activo, adaptadas a las diferentes etapas del tratamiento y la recuperación:
1. Caminar como ejercicio básico
Antes y después del tratamiento: Una caminata diaria de 20-30 minutos es una excelente forma de ejercicio moderado que es accesible para la mayoría de las personas. Incluso si empiezas con solo 5-10 minutos y aumentas el tiempo gradualmente, estarás ayudando a tu cuerpo a mantenerse activo.
Beneficios: Ayuda a mantener la movilidad, mejora el estado de ánimo y reduce la fatiga relacionada con el cáncer.
2. 'Exercise snacks' o mini sesiones de ejercicio
Qué son: Breves períodos de actividad física que puedes realizar varias veces al día, como subir y bajar escaleras durante 3-5 minutos, hacer estiramientos en tu escritorio, o realizar 10 sentadillas.
Beneficios: Estas pequeñas dosis de ejercicio ayudan a combatir la inactividad y mejoran la circulación sin la necesidad de dedicar una hora completa a entrenar.
3. Entrenamiento de fuerza con bandas elásticas
Durante la recuperación: Utilizar bandas elásticas es una opción segura para aumentar la masa muscular y mejorar la resistencia, especialmente para quienes están lidiando con la pérdida de masa muscular como resultado del tratamiento contra el cáncer.
Adaptación según el tratamiento: Durante las semanas en las que estés recibiendo tratamiento, es recomendable utilizar bandas elásticas para mantener la actividad física con un menor impacto en el cuerpo. En las semanas sin tratamiento, puedes aumentar gradualmente el peso y la intensidad de los ejercicios de fuerza para maximizar los beneficios y fortalecer aún más los músculos.
Ejercicio sugerido: Haz 2-3 series de 10-15 repeticiones de ejercicios como curl de bíceps, prensa de pecho o sentadillas con bandas elásticas o con pesas ligeras cuando sea posible.
4. Yoga o ejercicios de estiramiento suave
Beneficios: El yoga no solo mejora la flexibilidad y el equilibrio, sino que también ayuda a reducir el estrés y mejora la calidad del sueño. Es ideal para quienes buscan una forma de actividad física de bajo impacto.
Sugerencia práctica: Dedica 10-15 minutos al día a una rutina simple de yoga, enfocándote en posturas suaves como el "gato-vaca", "perro boca abajo", y estiramientos laterales.
5. Entrenamiento aeróbico suave (bajo impacto)
Ejemplos: Actividades como montar en bicicleta estacionaria, nadar, o hacer ejercicios aeróbicos de bajo impacto pueden ser muy beneficiosos para mejorar la aptitud cardiovascular y mantener la energía.
Consejo: Comienza con sesiones de 15-20 minutos y aumenta gradualmente el tiempo a medida que tu resistencia mejore. Incluso una breve sesión de 10 minutos varias veces al día puede ser muy efectiva.
6. Ejercicios de respiración y meditación guiada
Qué hacer: Practicar la respiración profunda o la meditación guiada durante 5-10 minutos al día puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional durante el tratamiento.
Beneficios: Esta práctica no solo relaja la mente sino que también mejora la oxigenación de los tejidos, lo cual es beneficioso para el proceso de recuperación.
Fuentes
Dar, J., Tali, T., Amin, F., Khan, N., & Dar, N. (2023a). Significance of physical activity and exercise in cancer patients: A review on exercise oncology. Journal of Radiation and Cancer Research, 0(0), 0. https://doi.org/10.4103/jrcr.jrcr_57_22
Deminice, R. (2022). Exercício físico para o tratamento do câncer: evidências científicas e o contexto brasileiro. Journal of Physical Education, 33(1). https://doi.org/10.4025/jphyseduc.v33i1.3301
Dubińska, M., Paduch-Jakubczyk, W., Bilska, W., Ciułek, U., Dobosz, A., & Zduńczyk, W. (2024). Physical activity and its effects on cancer prevention, survival rates, and recovery. Quality in Sport, 22, 54321. https://doi.org/10.12775/qs.2024.22.54321
McTiernan, A. (2008). Mechanisms linking physical activity with cancer. Nature Reviews. Cancer, 8(3), 205–211. https://doi.org/10.1038/nrc2325
Squires, R. W., Shultz, A. M., & Herrmann, J. (2018a). Exercise training and cardiovascular health in cancer patients. Current Oncology Reports, 20(3). https://doi.org/10.1007/s11912-018-0681-2
Yang, L., Courneya, K. S., & Friedenreich, C. M. (2024). The physical activity and cancer control (PACC) framework: Update on the evidence, guidelines, and future research priorities. British Journal of Cancer. https://doi.org/10.1038/s41416-024-02748-x
Zhu, C., Ma, H., He, A., Li, Y., He, C., & Xia, Y. (2022). Exercise in cancer prevention and anticancer therapy: Efficacy, molecular mechanisms, and clinical information. Cancer Letters, 544, 215814. https://doi.org/10.1016/j.canlet.2022.215814